lunes, 11 de mayo de 2009

Luis XVI


Luis XVI (1754-1793) fue el último rey absoluto de Francia. El fin trágico de su reinado y el triunfo de la Revolución Francesa a continuación, han convertido a Luis XVI en último representante de un tipo de Régimen, lo que los revolucionarios llamaban el Antiguo Régimen, a pesar de que tras la derrota de Napoleón los Borbones retornaron por varias décadas al trono francés. Pero, de hecho, la situación de Francia ya nunca sería la misma a la que había en 1789, cuando comienza la Revolución.

Luis XVI había nacido en Versalles, cerca de París, en 1754, hijo de Luis Fernando y María Josefina de Sajonia. Su abuelo fue Luis XV, rey de Francia entre 1715 y 1774. El padre de Luis XVI murió de tuberculosis siendo el niño muy joven, por lo que la sucesión se trasladaba directamente al nuevo Delfín de Francia, Luis XVI, que tenía entonces once años (su hermano mayor había muerto cuatro años antes). Su educación fue esmerada, destacándose en los estudios de ciencias y letras, más que en los políticos o administrativos, orientados a futuros reyes.

En su infancia y juventud, el Delfín demostró inteligencia y dotes para las lenguas. Aprendió latín e inglés, y tenía un comportamiento bondadoso y tímido. Casó en 1770 con María Antonieta, hija del Emperador de Austria Francisco I, y tuvo un matrimonio difícil por una disfunción sexual, al menos hasta 1773. Sus hijos no empezarían a nacer hasta 1778.

Desde 1776, Francia se alinea junto a los rebeldes en la guerra de Independencia de las Colonias americanas. El precio de sostener la guerra en otro continente supuso nuevos créditos internacionales que aumentaron la deuda del país, para luego firmar una paz que aunque victoriosa, aportaba muy poco a Francia. Los sucesivos intentos de Luis XVI por sanear la hacienda fueron fracasos rotundos, hasta el extremo de que el rey tuvo que convocar la Asamblea de Notables para solicitar impuestos a la nobleza en 1787, pero esta se negó rotundamente. Intentando atajar la negación de los nobles, Luis convocó los Estados Generales en 1789, algo que ningún rey hacía desde 1614. Su intención era trasladar mayor poder al Tercer Estado para poder sacar adelante su política económica, pero resultó ser demasiado tarde. De tal modo que las clases más desfavorecidas por la bancarrota, incapaces de esperar más, desataron la Revolución Francesa.

Los acontecimientos se precipitaron rápidamente, y el Tercer Estado, autoerigido en Asamblea Nacional, tomó como objetivo lograr la soberanía popular. Asustado por los acontecimientos, Luis intentó hacerse con el control de la Asamblea, pero a través del Juramento del Juego de la Pelota, sus líderes se negaron a acatar la autoridad real hasta haber logrado una Constitución para Francia. La situación se le iba de las manos al rey, que fue trasladado por los revolucionarios al Palacio de las Tullerías, prácticamente como un prisionero, aunque con los lujos de su condición.

Al comprobar las intenciones de la Asamblea Nacional, Luis intentó escapar de Francia hacia Bélgica en 1791, y solicitó la intervención de las potencias europeas para la conservación de la monarquía absoluta en Francia. Durante su huida, él y su familia fueron capturados en Varennes, y trasladados de vuelta a Paris, donde vivieron bajo arresto. En 1792, el manifiesto de Brunswick, por el cual el Duque de Brunswick amenazaba con invadir Francia con tropas prusianas si no se liberaba al rey, fue la prueba definitiva que los revolucionarios radicales necesitaban para acusar al rey Luis XVI de atraer a los enemigos de la Revolución contra Francia. Juzgado por alta traición, Luis XVI fue guillotinado el 21 de enero de 1793. Poco después le siguió su esposa, Maria Antonieta, el 16 de Octubre del mismo año.

El matrimonio había tenido cuatro hijos: María Teresa (1778-1851), Luis José (1781-1789), Luis Carlos (1785-1795, murió en prisión) y María Sofía (1786-1787). Sólo la mayor sobrevivió.

ejecucion de Maria Antonieta



Reina de Francia. Decimoquinta hija de los emperadores de Austria, Maria Teresa y Francisco I. En 1770 contrajo matrimonio con el delfín de Francia, Luis, que subió al trono en 1774 con el nombre de Luis XVI. No obstante, la nueva soberana de Francia nunca tuvo a su marido en gran estima, y mucho menos estuvo enamorada de él. Mujer frívola y voluble, de gustos caros y rodeada de una camarilla intrigante, pronto se ganó fama de reaccionaria y despilfarradora. Ejerció una fuerte influencia política sobre su marido y, en consecuencia, sobre todo el país. En 1781 tuvo a su primer hijo varón, y a partir de entonces residió en el palacio independiente de Trianon. Dejó de recibir en audiencia a la nobleza, acentuando la animadversión de las clases altas hacia su persona. Ignoró la crisis financiera por que atravesaba el país y desautorizó las reformas liberales de Turgot y Necker. No tuvo contemplaciones con las masas hambrientas que se concentraban ante el palacio de Versalles y envió contra ellas a sus tropas. El pueblo siempre pensó que su reina servía a los intereses austriacos. Puso al rey contra la Revolución, y fue apoyada en sus ideas monárquicas por Mirabeau y Barnave. Rechazó las posibilidades de acuerdo con los moderados y procuró que el rey favoreciese a los extremistas para enconar aún más la lucha. Al parecer, deseaba que estallase el conflicto bélico entre Francia y Austria, esperando la derrota francesa. En 1792 fue detenida y encarcelada junto con Luis XVI en la prisión del Temple. La Convención ordenó la ejecución del soberano el 21 de enero de 1793, mientras ella era trasladada a la Conserjería y separada de sus cuatro hijos. Condenada a la pena capital, murió en la guillotina el 16 de octubre de 1793.

domingo, 10 de mayo de 2009

mapa

LA GUILLOTINA


El nombre de la guillotina proviene de su inventor Guillotin.

La guillotina, una de las más famosas herramientas de ejecución tiene ese nombre a raíz de Joseph-Ignace Guillotin, quien promovió su uso en Francia para evitar sufrimiento inútil a los condenados. Guillotin no fue el creador de esta máquina, tan sólo era un médico diputado de los Estados Generales que propuso este nuevo método en asambleas. La guillotina, antes conocida como "mannaia" ya era utilizada en Escocia y Alemana, entre otros lugares. Esta máquina consiste en una cuchilla de acero con un plomo en su parte superior, de unos 60Kg, que baja a gran velocidad por unas guías hasta realizar un corte rápido que secciona la cabeza. Según ciertos informes algunas veces la cabeza podía seguir consciente durante 30s, ya separada del cuerpo. La primera víctima de este atroz sistema fue Pelletier, en 1792, y la última fue Hamida Djandoubi, en 1977. Finalmente este método fue abolido en 1981.

jueves, 7 de mayo de 2009

Los Derechos del Hombre


La Declaración de los derechos del hombre y el del ciudadano de 1789, estuvo inspirada en la declaración de independencia estadounidense de 1776 y en el espíritu filosófico del siglo XVIII, marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una nueva era.
En la declaración se definen los derechos "naturales e imprescriptibles" como la libertad, la propiedad, la seguridad, la resistencia a la opresión. Asimismo, reconoce la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la justicia. Por último, afirma el principio de la separación de poderes.
En consecuencia, la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y bajo sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano:

Artículo primero.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.

Artículo 2.- La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

Artículo 3.- El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación. Ningún cuerpo, ningún individuo, pueden ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella.

Artículo 4.- La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro: por eso, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites sólo pueden ser determinados por la ley.

Artículo 5.- La ley sólo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la sociedad. Nada que no esté prohibido por la ley puede ser impedido, y nadie puede ser constreñido a hacer algo que ésta no ordene.

Artículo 6.- La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a su elaboración, personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos, ya sea que proteja o que sancione. Como todos los ciudadanos son iguales ante ella, todos son igualmente admisibles en toda dignidad, cargo o empleo públicos, según sus capacidades y sin otra distinción que la de sus virtudes y sus talentos.

Artículo 7.- Ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, como no sea en los casos determinados por la ley y con arreglo a las formas que ésta ha prescrito. Quienes soliciten, cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deberán ser castigados; pero todo ciudadano convocado o aprehendido en virtud de la ley debe obedecer de inmediato; es culpable si opone resistencia.

Artículo 8.- La ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito, y aplicada legalmente.

Artículo 9.- Puesto que todo hombre se presume inocente mientras no sea declarado culpable, si se juzga indispensable detenerlo, todo rigor que no sea necesario para apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido por la ley.

Artículo 10.- Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condición de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley.

Artículo 11.- La libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre; en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley.

Artículo 12.- La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pública; por lo tanto, esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el provecho particular de aquellos a quienes ha sido encomendada.

Artículo 13.- Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, resulta indispensable una contribución común; ésta debe repartirse equitativamente entre los ciudadanos, proporcionalmente a su capacidad.

Artículo 14.- Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través de sus representantes, la necesidad de la contribución pública, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración.

Artículo 15.- La sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a todo agente público.

Artículo 16.- Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de Constitución.

Artículo 17.- Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y a condición de una justa y previa indemnización.

Maximilien de Robespierre


Fue un político de la Revolución francesa que instauró el régimen del Terror era procedente de la pequeña nobleza del norte de Francia, se hizo abogado y frecuentó los círculos literarios y filosóficos de su ciudad en la década de 1780; sus escritos de esa época muestran la influencia de las ideas democráticas de Rousseau.
Hombre íntegro, virtuoso y austero (recibió el sobrenombre de el Incorruptible), llevó su rigor moral y su fidelidad a los principios hasta el fanatismo. Esa fama le convirtió en uno de los líderes más destacados del Club de los Jacobinos, que agrupaba al partido revolucionario radical. Allí sostuvo la idea de mantener la paz con las potencias extranjeras para consolidar la revolución en Francia, pues veía en la guerra exterior que impulsaban los girondinos un claro peligro de debilitamiento del régimen.
Robespierre impuso una sangrienta represión para impedir el fracaso de la Revolución, no dudando en aprobar leyes que recortaban las libertades y simplificaban los trámites procesales en favor de una «justicia» revolucionaria tan expeditiva como arbitraria; completaba el mecanismo represivo un sistema de delación extendido por todo el país mediante 20.000 comités de vigilancia. En 1794 eliminó físicamente a la extrema izquierda (los partidarios de Hébert) y a los revolucionarios moderados (los indulgentes de Danton y Desmoulins), al tiempo que perseguía sin piedad a toda clase de contrarrevolucionarios, monárquicos, aristócratas, clérigos, federalistas, capitalistas, especuladores, rebeldes, traidores y desafectos (hasta 42.000 penas de muerte en un año).
Quiso recuperar la religión como fundamento espiritual de la moral y del Estado, instaurando por decreto el culto del Ser Supremo y celebrando en su honor una fiesta en la que quemó una estatua que simbolizaba el ateísmo. El éxito obtenido en la batalla de Fleurus (1794), que detuvo el avance de los ejércitos austriacos y prusianos hacia París, culminó la obra de Robespierre poniendo a salvo el régimen revolucionario; pero fue también el inicio de su caída, pues al desaparecer la situación de emergencia resultaban aún más injustificados los excesos del Terror.
Una coalición de diputados de diversas tendencias obtuvo de la Convención el cese y arresto de Robespierre y sus colaboradores en el Comité, en una turbulenta sesión en la que se impidió hablar a los acusados y en la que el propio Robespierre resultó herido. De nada sirvió el conato de insurrección popular que protagonizaron los sans-culottes para salvar a Robespierre. Juzgado por sus propios métodos, fue guillotinado junto con 21 de sus partidarios en la plaza de la Revolución, poniendo fin al Terror y dando paso a un periodo de reacción hacia posiciones moderadas.

sábado, 2 de mayo de 2009

¿que significa la revolucion francesa hoy?

Lo que significa la revolucion francesa en estos tiempos tiene que ver kn la igualdad que debe haber entre todos los hombres y ciudadanos.

Por lo consiguiente la revolucion paso hacer mas un mito en nuestros tiempos ya que no se respeta los puntos acordados en "LOS DERECHOS DEL HOMBRE" el documento mas importante.

Por consiguiente en nuestros tiempos solo podemos recordar a aquellos hombres que impulsaron a demas pueblos luchar por la libertad e igualdad.